jueves, 11 de mayo de 2017

Educación en igualdad: ese reto

La Asociación de Estudios Históricos sobre la Mujer concibió en buena medida sus redes sociales con la idea de difundir sus actividades, pero también para ceder este espacio a compañeras que quisieran difundir sus artículos y escritos. En este caso, presentamos esta denuncia que nos ha llegado a través de una amiga, que nos ha hecho reflexionar sobre la educación en igualdad que reciben nuestros hijos e hijas, con un caso de ese tipo de sexismo que tenemos tan arraigado en nuestra sociedad que pocas veces se reconoce y, cuando llega la ocasión, provoca el más auténtico de los rechazos hacia las personas que sí intentan hacer de nuestras escuelas centros de transmisión de valores más igualitarios.

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La educación es un elemento fundamental en la transmisión de valores y de actitudes que contribuyan a eliminar la desigualdad entre sexos. Por ello nos mostramos especialmente sensibles ante la “denuncia” que nos hacía llegar una buena amiga de la AEHM/UMA, madre concienciada de la necesidad de una educación igualitaria para sus dos hijos, tanto en su familia (labor para la que cuenta con el total apoyo de su pareja y padre de estos niños), como en el colegio. Por este motivo la pareja sintió que había llegado el momento de alzar la voz al recibir la noticia, a través del grupo de whatsapp de madres (sí, llamemos a las cosas por su nombre, ya que en más de tres horas de conversación el único padre que expresó su opinión fue él) de que, en la fiesta de fin de cuso de los peques de 5-6 años, los niños debían ir vestidos de DEPORTISTAS y las niñas de ANIMADORAS. Y no era una novedad en esta fijación de roles para los niños y niñas de este grupo, ya que en la fiesta del año anterior ellos habían ido vestidos de KEN y ellas de BARBIE...

Tras un primer momento de emoción de madres, encantadas y deseosas de vestir a sus criaturas como pequeños clones, interviene este padre para mostrar su disconformidad con una escuela que permite que se fomenten diferenciaciones sexistas. A partir de ahí, madres extrañadas que no ven nada malo en ello y que incluso lo consideran “gracioso”, por lo que él vuelve a mostrar su opinión: “La idea de fondo es que por ser niña o niño tienes un rol, y eso es lo que aprenden. Da igual si es animadora y deportista o cualquier otra cosa, es la premisa de que el sexo es un criterio de selección”. Aunque una madre intenta templar ánimos y aporta una idea que resulta bastante acertada (también hay trajes para niños de animadores, que vayan todos iguales, con falda o con pantalón, según quieran), la polémica empieza a hacerse muy agria y muy desagradable, con opiniones tan desalentadoras como las que expresan algunas de ellas, que piensan que es que el tema de los sexos se nos está yendo de las manos y que toda la vida ha habido diferencias y las seguirá habiendo; o que es una gilipollez, que los niños siempre serán niños y las niñas, niñas. Y, por supuesto, aparece la invariablemente inevitable reflexión de la igualdad mal entendida: ¿cómo voy a vestir a mi niño con una falda de animadora?

Ahora se une a la discusión nuestra amiga, un poco molesta por el cariz que está tomando el discurso y expresa también su preocupación por el matiz sexista de esta distinción planificada: “[...] El mensaje que se da es que los niños pueden alcanzar el éxito y las niñas están para apoyar. Sería lo mismo con médicos y enfermeras, jefes y secretarias, etc. Para mi gusto sería mejor que fueran todos de deportistas”. Pues de nuevo empieza una retahíla de excusas en la que el protagonismo lo adquiere la figura de la profesora: si ella ha dicho que así tienen que ser las cosas, pues a ella hay que hacerle caso, que es la que conoce mejor a los niños. En este punto es casi cuando hay que hacer una reflexión más profunda, no en vano el profesorado es un modelo de referencia para las niñas y los niños (y, por lo que podemos ver, para las madres): su lenguaje, su actitud, la forma de relacionarse terminan influyendo en el comportamiento del alumnado. ¿Tenemos un profesorado preparado para ayudar a conseguir logros en una educación igualitaria? Más bien parece que todavía existe una cierta dificultad entre los y las profesionales a la hora de reconocer estos estereotipos que se transmiten en las aulas.

Pero no podemos engañarnos y descargar toda la responsabilidad en la escuela en esta tarea de alcanzar una sociedad más justa, en la que los roles sexuales no discriminen a las personas: familia y escuela son los agentes más cercanos, donde se proporcionan los modelos de conducta y comportamientos. Algo tan estudiado y tan demostrado, en lo que esta pareja incide (“Que vayan como la profesora dice y que cada padre compense a su criterio. Al fin y al cabo, el sexismo lo enseñamos más en casa que en el colegio”), intentando cerrar esta polémica, termina por provocar la ira de madres molestas por lo que consideran una intromisión en su manera de educar a sus hijos e hijas (si mi hijo no juega con cocinitas es por que no quiere o si mi hija no juega con súper héroes es porque prefiere las cocinitas, en resumidas cuentas) y una absoluta e irracional negación a que los niños se vistan también de animadores: y es que parece ser que se nos está yendo la pinza con el tema de la igualdad...

Termino con este mensaje de nuestra amiga y compañera, con el que intenta expresar los sentimientos que les llevaron a intervenir en esta conversación: “Bueno, veo que las cosas se han malinterpretado en varios sentidos. Estoy un poco perpleja, la verdad. Lo primero que quiero dejar claro es que en ningún momento ni [ ] ni yo hemos querido ofender a nadie con nuestro comentario, ni cuestionar la forma de criar a los hijos de nadie. Y en ningún momento hemos dicho nada en ese sentido. Estoy segura de que todos lo hacemos lo mejor que podemos y siempre anteponiendo el bienestar y la felicidad de nuestr@s niñ@s. Tampoco era nuestra intención cuestionar a la maestra. Simplemente, a veces, nuestros actos o nuestras palabras tienen connotaciones de las que no somos conscientes, y en el tema de la igualdad de género esto es así con frecuencia. Nosotros somos conscientes de esto, y lo hemos visto claro en el ejemplo de los disfraces. Si vosotras no lo veis así, pues adelante. Tampoco creo que era como para ponerse tan a la defensiva, cuando no había ataque ninguno. Era más bien una invitación a la reflexión [...]”. Aún así, todavía tiene que aguantar mensajes en los que se cuestiona la posible educación sexista que ella ha podido recibir en su casa y se le dan lecciones de educación en igualdad (“mi hijo me ayuda a doblar las sábanas”), con una prepotencia que ella o su pareja en ningún momento han tenido.


Hay días en los que te resulta muy difícil creer en que la Humanidad avanza y con ella los logros por una igualdad real. Desgraciadamente, en ocasiones, nosotras mismas somos las que ponemos las mayores piedras en este camino. Sin embargo, en estos momentos también sientes que tu militancia feminista y tu trabajo por la igualdad es más importante que nunca. Y en ello seguiremos...

Eva M. Gil Benítez